dijous, de gener 17, 2008

Llibreters

. dijous, de gener 17, 2008

La llibreria Cálamo, que dirigeix Paco Goyanes, lliura des de l’any 2001 uns premis que mereixen obtenir una bona difusió. Els llibreters decideixen el premi “Otra mirada”, i han triat Cementerio de pianos de José Luís Peixoto. Els clients de la llibreria voten, entre quinze títols, el premi “Libro del año”, que ha guanyat Rafael Chirbes amb Crematorio. I, des del 2004, perquè dos semblaven insuficients, el premi “Extraordinario”, que enguany han atorgat a Llamando a las puertas del cielo de Antonio Ansón.

Dos llibreters blogaires des d’Argentina que he descobert fa poc: El cliente NUNCA tiene la razón, amb una clara voluntat de servei públic, i Las confesiones de un librero humanoide.

El llibreter Roger Michelena, des de Caracas, m’ha descobert un curtmetratge que també voldria compartir, si teniu quinze minuts.

3 comentaris:

subal ha dit...

Benvolgut Llibreter, en aquest homenatge llibreter, deixi'm recordar la figura d'un llibreter de Caracas que ha traspassat recentment, Raúl Bethencourt.

Regentava una llibreria a la cèntrica Avinguda Cadàver, de Caracas.

Transcric un mail que em van enviar. Perdoni l'extensió.

El conocido editor y dueño de la librería Suma deja un legado de amor y respeto por el discurso literario

ALBINSON LINARES __________________________

Corría el caluroso octubre de 1982 y el largo bulevar de Sabana Grande rebosaba de gente y colores. Entonces el librero se mesaba su frondosa barba bíblica mientras decía con énfasis: "Considero que en Caracas hay muy pocas librerías, los verdaderos libreros somos pocos, se cuentan con los dedos de una mano".

Un cuarto de siglo más tarde, el panorama sigue siendo desolador. Quizá continúan faltando dedos para contar el número de esos personajes que habitan algunas librerías y reparten saber, pero lo que sí es cierto, es que este reducido gremio sufrió una baja considerable el lunes pasado.

Por un trágico arrollamiento Raúl Bethencourt dejó de improvisto los sueños y proyectos nacidos de su pulsión más íntima y remota: el amor por los libros. Con más de cuatro décadas al frente de la librería Suma, este venezolano, nacido por azares del destino en Tenerife, logró convertir su "negocio" en uno de los bastiones más sólidos de la intelectualidad caraqueña.

Surgida en el fragor de las vanguardias nacionales de los sesenta y setenta, hogar de la República del Este y "estafeta de correos" de los más brillantes poetas y narradores venezolanos, Suma siempre fue mucho más que una librería.

Ubicada cerca de El Gran Café, era una estación obligatoria para cuanto lector se asomara por el bulevar de Sabana Grande. Adentro, convivían en milagroso equilibrio intelectuales de todas las tendencias y pelajes. A saber Denzil Romero, Oswaldo Trejo, Orlando Araujo, Manuel Caballero, Eduardo Liendo, Eugenio Montejo, Rafael Cadenas, Ednodio Quintero y Ben Amí Fihman eran parte de la asidua clientela que llenaba los espacios de este reducto donde, de cuando en cuando, aparecía el mismísimo Rómulo Betancourt para renovar sus arcas literarias y conversar pipa en mano.

Convaleciente de una reciente afección pulmonar, el historiador Manuel Caballero recuerda con afecto fraterno a Bethencourt: "No sabemos lo que hemos perdido. Aunque no fue el fundador, luego de comprar Suma la convirtió en un centro de reunión y debate intelectual. Aunque sumaba muchos amigos, tengo la suerte de haber estado en su círculo más íntimo y eso me honra mucho".

Acerca de las tristes circunstancias que envuelven el deceso, Caballero alza su voz de protesta y establece un corto pero significativo memorial de muertes "accidentales": "La locura del volante se ha llevado en Venezuela, entre otros, a su primer humorista que fue Aquiles Nazoa. A su primer poeta popular, el gran Andrés Eloy Blanco; a su primer candidato al cardenalato monseñor Rafael Arias Blanco y hasta al santo que fue José Gregorio Hernández. A eso hay que sumarle la muerte de su primer librero que es Raúl Bethencourt".

Recién llegado de una fructífera estadía en la mítica Residencia de Estudiantes de Madrid, el poeta Eugenio Montejo acota con firmeza: "La librería, que fue la obra de su vida, está unida a la memoria de nuestra cultura durante estos últimos cincuenta años. Conservo muchos libros con la vieja estampilla de Suma, libros a lo que teníamos acceso pocos meses después de haberse publicado en España".

Sobre la importancia que este lugar tuvo durante varias décadas y generaciones de intelectuales caraqueños, Montejo hurga en su memoria y explica: "Cuando Sabana Grande aglutinaba la atención de la vida cultural caraqueña, la librería Suma era una cita obligada de intelectuales, artistas y políticos lectores. Una aportación cordial y valiosa a la difusión de los buenos libros ha sido la suya".

Maestro de libreros.

El periodista y escritor Eloi Yagüe Jarque rememora los tiempos en que sólo era un lector voraz, asiduo visitante de librerías y bibliotecas: Cita:
En el bulevar siempre se encontraba algún escritor con quien hablar. De hecho, la librería fue el escenario de una de mis primeras entrevistas periodísticas que se la hice a Ednodio Quintero. Aún había rescoldos de la tertulia sesentona y todavía existía la República del Este"


Los rasgos solidarios del carácter de Bethencourt son rescatados por el novelista Eduardo Liendo: Cita:
Era un librero excepcional por el aprecio que sentía por el oficio y sus lectores, además era muy solidario. En mi caso, no solamente me guardaba los libros de interés sino que Suma era una suerte de embajada para nosotros. Allí nos dejábamos mensajes, cartas y sobres, era una relación que escapaba a lo comercial y entraba en el orden de los afectos"


Juliana Boersner, de la librería Noctua, comenta sobre los aportes de este librero al oficio: Cita:
Raúl fue un verdadero maestro de libreros. Mi hermano Andrés y yo tuvimos contacto con él desde pequeños porque papá siempre nos llevaba a su librería. Su figura y ejemplo siempre han estado muy presente en nosotros, creo que es una gran pérdida"


Voces y testimonios luchan contra el tiempo para trazar los rasgos de este miembro de esa raza casi extinta que es la de los libreros. Quizá unos versos de Orlando Araujo sirvan para fijar mejor el recuerdo:

Cita:
Raúl Bethencourt es un hombre que atravesó el océano para un destino bello y triste. Vino entre, con, sin, por detrás de libros. Vino y nació para no hacer negocios"

el llibreter ha dit...

Gràcies Subal, malgrat la tristesa.

Salutacions cordials.

Humanoide ha dit...

Todos los que se llenan la boca hablando del amor a la literatura, probablemente lean a autores felices.
La buena literatura necesita dejar cierto residuo de malestar, pues de alguna forma revela al mundo en su verdadera esencia y el mundo es ciertamente un lugar aterrador.

No obstante, la literatura hace de este mundo un lugar menos insoportable.

Así lo veo yo.